Las aplicaciones de reconocimiento facial están cada vez más extendidas e incluyen desde el acceso al teléfono móvil hasta aplicaciones de videovigilancia o de investigación criminal. Pero, ¿hasta qué punto esta tecnología es fiable? ¿Qué problemas escondidos podemos encontrar en su uso? Y, sobre todo, ¿qué podemos hacer para minimizar o hasta neutralizar el impacto de estos problemas?
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