En 1502 se dio el visto bueno a una cuarta expedición. A estas alturas había que tirar de inventiva para llamar la atención de los muertos de hambre y conseguir que se alistasen en esas misiones hacia tierra ignota. Si hoy en día se cuelgan carteles para alquilar pisos de estudiantes que empiezan: «SEXO. SEXO. SEXO (etc.)», en aquella época no era muy diferente. Aderezaron el asunto con unos cuantos relatos subidos de tono sobre las nativas.
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