Investigadores han desarrollado un sensor flexible diseñado para ser enrollado en una cápsula disoluble y tragado para que pueda detectar problemas gastrointestinales y vigilar la ingesta de alimentos y la digestión. El sensor es un polímero de 2 x 2.5 centímetros impreso con la electrónica y que más adelante incluirá conexión por radio. El material piezoeléctrico adicional permite al dispositivo convertir el movimiento del estómago en suficiente energía eléctrica para autoalimentarse.
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