Cuando Ester de Nicolás tenía cinco años le regalaron por Reyes una muñeca que decía “te quiero”. Al rato sus padres descubrieron que no se la había llevado a la habitación para jugar con ella, sino para abrirla por dentro para sacarle todas las piezas. “¿Por qué habla?”, les contestó la niña cuando le preguntaron por qué había roto su regalo. “Quería comprender cómo era eso posible que una muñeca hablase”, recuerda ahora, 30 años más tarde, en la sede de Microsoft, donde es la Responsable Técnica del Equipo de Innovación.
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