Si se observa una fotografía a color de mitad del siglo XIX, uno se da cuenta de las pequeñas diferencias que existen entre las fotos actuales y los inquietantes daguerrotipos de la época. En gran parte se debe a que, en la década de 1850, para dar color a una fotografía se necesitaba dominar la difícil técnica de pintar a mano. No había impresoras a color ni película Kodachrome: los fotógrafos tenían que pintar ellos mismos las imágenes en blanco y negro.
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