Resulta gracioso recordar cómo en 1980 se presentaban algunos sistemas de entretenimiento caseros del estilo de los videodiscos y otros formatos de cintas de vídeo peculiares, pero el que se llevó la palma sin duda fue el LaserDisc. Mucho prometía y en poco se quedó. Con su aspecto futurista inigualable, esos grandes discos de colorines multicolores –cual CDs hipervitaminados– resultaban muy atractivos.
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