Si alguna vez has llevado tu snack favorito para disfrutar de un vuelo, es posible que hayas notado que no tenía tan buen sabor 30.000 pies de altura. No eres solo tú. Volar tiene un efecto muy real sobre el olor y el sabor de los alimentos y bebidas por varias razones. El aire seco del avión, el frío y hasta el ruido alteran nuestra percepción.
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