Para la organización medioambiental independiente, hacer funcionar un automóvil con combustibles sintéticos durante cinco años le costará al conductor 10.000 € más, que con un coche eléctrico de baterías. Al igual que el plan de la Unión Europea para el hidrógeno puede disparar el precio del recibo de la luz, por el desvío de energías renovables hacia la producción del H2, la producción de combustibles sintéticos lleva el mismo camino y pretende apropiarse de enormes recursos energéticos renovables, asegurarse una pegatina verde.
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