Latas de bebida cuya marca ya es imposible reconocer. Botellas de cristal colonizadas con líquenes y pequeñas conchas. Plásticos de todas las tallas y que juntos podrían cubrir una grada de Riazor. Zapatos sin pareja. Una chapa metálica de una cubierta que, se supone, fue empujada por el viento. Seis neumáticos de camión reutilizados por barcos para evitar roces al atracar y que se acaban cayendo de la embarcación.
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