Además de las polémicas relacionadas a la especulación con divisas digitales, los NFT plantean un problema de contaminación medioambiental. Y es que las transacciones con las cadenas de bloques que conforman los NFT consumen mucha energía por la cantidad de flujo y el trabajo computacional que precisan. Según las medias de dicho índice, el mercado de los tokens no fungibles ha emitido este último año la misma cantidad de CO2 que un país como Bolivia y ha consumido la misma energía que Hungría en todo el año.
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