"En términos simplistas, nuestros cerebros están diseñados de tal manera que buscan recompensas", explica el Dr. Cyrus Abbasian, especialista en adicciones del Hospital Nightingale de Londres. Una ganancia de juego produce dopamina, el mismo químico que muchas drogas adictivas ayudan a producir. Esa recompensa, dice, viene en forma de dopamina, una sustancia química en el cerebro que nos hace sentir bien.
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