En vista de que en este país no somos capaces de parar la salvajada que cada mes de septiembre se celebra en Tordesillas, al menos algún año podían dejar en paz a los toros y, para que los lugareños y visitantes no se aburrieran, se podía alancear y dar muerte a uno de los mozos. ¿Que esto no es ninguna tradición? Es cuestión de tiempo: al cabo de media docena de mozos desangrados, ya lo sería. Naturalmente, todo sería muy civilizado, y como diría la diputada del PP por Valladolid, Arenales Serrano, al mozo no se le cortarían los testículos.
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