En la década de 1860, Estados Unidos se embarcó en un ambicioso proyecto que cambiaría el curso de la historia del país. Durante décadas, los empresarios e ingenieros habían soñado con construir un ferrocarril que atravesaría el continente de océano a océano. El Ferrocarril Transcontinental, una vez terminado, permitió a los estadounidenses asentarse en el oeste, transportar mercancías y expandir el comercio, y viajar a lo ancho del país en días, en lugar de semanas.
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