En el 2018 que entra, vamos a tener que sufrir unos cuantos de esos momentos gracias a que un buen puñado de películas van a soplar la velita que marca su cuarto de siglo. Películas que en su mayoría fuímos a ver sin haber comprado las entradas por internet, sin hacer instagram desde el vestíbulo del cine y sin que nadie vigilase nuestros bolsos por si copiábamos el asunto. O puede que la viéramos metiendo una caja de plástico con cinta dentro en un aparato que casi ni recuerdan ya los que nacieron en aquel 1993. O sea, nuestros hijos.
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