El profesor entra en aula con su bastón, renqueante, y el ceño fruncido, barruntando quién sabe qué.
-Antes de empezar, háganme un favor, dibujen ustedes una casa. Cada uno, por separado, una casa. Y mientras les voy contando… hoy vamos a hablar, entre otras cosas, del poder.
El poder, señores, el poder. Lo escribe en la pizarra con grandes y desiguales letras. -No empezamos por aquí por casualidad, ¿no les parece? Casualidad. Seguro que utilizan de forma habitual esa palabra. A estas alturas de mi vida a mí me suena como decir cocreta. O murciégalo. El desvarío de un disléxico. Porque, ¿cómo definen ustedes “casualidad”? Suerte, azar...coincidencia...por ahí tal vez vamos mejor. Pero no, señores, nada de eso existe, lo único que realmente observamos es una causalidad. Un orden causal, una secuencia. Que podemos representar en un eje temporal imaginario. I-MA-GI-NA-RIO.
No vivan ustedes en el pasado, ya no existe. Aunque no seamos mucho más. Ni en el futuro, que aún ha de llegar. Si es que llega y a ver cómo. No se dejen embelesar por promesas vanas. Aquí y ahora. No hay nada más. La diferencia es que hay muchos “aquí” y un solo ahora. Tengan fe en el presente.
Por las caras, les parece que estoy pontificando, claro. Otros suelen comentar que lo que me sirven en la cafetería no es sólo café, bien. No lo es, no, ya se lo digo yo. Algunos podrían preguntarse de donde proviene mi autoridad. Podrían cuestionarme. Muy bien. Y yo les podría responder que soy primo hermano de dios...o qué narices, dios mismo, y de ahí procede mi autoridad. Y tendríamos a un rey, a un faraón… pero como ustedes no son estúpidos… por lo menos hasta que se demuestre lo contrario, ¿eh? Pues tal vez me digan que no se lo creen, hombres de poca fe. O peor aún, que soy un impostor y que los que tienen a dios en su árbol genealógico con ustedes mismos. Y ya tenemos montada la de dios es cristo ¿no?
Y entonces será el PO-DER el que determine quien tiene… ¿razón?. No creo que podamos llamar así a… miren, alguien sabio dijo que dios está siempre con quien tiene más cañones. Perspicaz, por lo menos. Y como ya hemos visto no será por casualidad.
Hitler afirmó: el derecho es la fuerza. Como todos sabemos no fue su único error. El poder es la fuerza. Es la diferencia entre PODER y NO PODER. ¿Parece casi un chiste, no? El derecho es otra cosa, que también parece un chiste, ahora iremos, pero es otra cosa. ¿Y la autoridad, donde encaja aquí? Vamos a ver como encajan estas piezas, ya que han estado ustedes practicando.
El poder es lo que emana de la fuerza, o viceversa, pero no nos confiere ni la más mínima autoridad. ¿O de verdad por más fuerte que les arree en la cocorota, les voy a convencer de que juego al mus con dios? Si les quiero convencer utilizaré la razón, si les quiero someter utilizaré la fuerza.
Y puedo tener las dos o ninguna, dividan un cuadrado en cuatro partes y vean ustedes las posibilidades, los matemáticos le han puesto algún nombre, creo. Les gusta hablar de matrices y senos y… unos pervertidos. Y eso hacemos, ponemos nombre a las cosas. Entenderlas va mucho más allá.
Por lo tanto… la autoridad proviene exclusivamente de la razón. Si no definen ustedes bien los conceptos con los que trabajan, no es que no vayan a llegar a ninguna parte, es que ni siquiera sabrán qué están diciendo. Tenemos clara la diferencia entre autoridad y poder, ahora, ¿donde encaja el derecho? ¡y dios! Por derecho divino, ¿eh?
Yo les podría decir que el derecho es como el poder se disfraza de autoridad, pero tampoco es sólo eso. Hay razón en el derecho… a veces. Las buenas mentiras siempre tienen algo de verdad. Nos la dan con queso, señores. Y dios, la enormidad de ese concepto… que no sabemos, por definición, ni de lo que hablamos. “Padre nuestro que estás en los cielos...”.
Porque fíjense que paradoja, les voy a hacer de abogado del diablo, según definamos a dios; y hay tradiciones que lo entienden como la propia naturaleza, nuestro grado de consanguinidad sí que nos va a ayudar a fabricar más cañones. ¿O va a ser la razón, de la que emana la autoridad, la que en realidad nos ayudará en tan “noble” empresa?
¿Acaso van a ser la razón, dios y la autoridad la misma cosa? ¿O dios es, como el derecho, otro disfraz de autoridad para el poder? Como verán no son condiciones excluyentes. Y las buenas mentiras suelen tener algo de verdad. Y con verdad o sin ella nos servirán para acercarnos a la realidad.
Señala alternativamente las palabras “dios” y “razón” escritas en la pizarra. -Se lo dije el primer día, las palabras nos traicionan… pero no como el cometa Halley, cada tanto, no… no, no, en cada preciso instante.
Hay palabras que denominan muchas cosas y cosas que son denominadas por muchas palabras distintas. El lenguaje es absolutamente defectuoso, partan de esa base. Y a partir de ahí dejen de vivir o háganse un poco poetas y disfruten con ello. Nunca dejen de jugar. Nadie eligió crecer.
Pero retomando el hilo, llegados aquí, tenemos un problema, uno de esos que desencadena guerras mundiales. Porque si yo tengo más cañones es porque estoy a buenas con dios y tengo por lo tanto la razón y la autoridad. ¿No? Todo mío. Y desde luego, el poder. El rey, el faraón…
Pues no, señores, no, el peor error de Hitler no fue el invierno. Aquí es donde entra el derecho. Claro que un derecho corrupto es sinónimo de poder y por lo tanto de fuerza. Pero es que entonces no hablamos de derecho, hablamos de poder y de fuerza. El derecho es una razón de autoridad. ¿Ya les he acabo de marear del todo o aún no? ¿Van tomando notas? Pues todo eso que distraen del esfuerzo de comprender.
En el día anterior… y disculpen la pequeña perversidad de un débil anciano… -fuerza una pequeña tos- les di una pequeña instrucción, aprovechando que en este aula yo soy la figura de poder... y espero que de autoridad. En cierto plano, no vengan ahora todos a pegarme… además saben que con mucho menos que eso podrían destruir sus carreras y con ello sus propias vidas. ¿No se han fijado que a ustedes nunca les aguanta nadie la puerta para que pasen? Bueno, a ellas seguro que sí, pero esa es otra cuestión en la que ya entraremos...
Les pedí que mandaran “a la chica más guapa de la clase”. Y eso hicieron, con más o menos fortuna. Seguro que a muchos les pareció un abuso, aunque no sepan ni decir en qué fueron abusados, simplemente se sintieron mal por la situación en la que fueron puestos. Aún así, ustedes, como conjunto, cumplieron la instrucción. Poder, que no autoridad, nos pasamos la vida confundiéndolos. Lo que alguien podría preguntarse...preguntar, de hecho debería, es ¿con qué derecho formulo una petición de tales características? O con qué "razón"...
Entonces, ¿qué es el derecho en realidad? ¿Han leído ustedes Guerra y paz, de Dovstoievski…? ¿o es de Tolstoi? Da igual, yo tampoco, pero de momento nos basta con el título. Derecho romano, pax romana. El derecho es una razón de paz, apunten esa otra los que gusten de afirmaciones grandilocuentes. Se lo voy a resumir de la manera más sencilla posible, hay una película de finales del siglo XX que lo define a la perfección: “vamos a llevarnos bien, o aquí van a haber ondonadas de hostias”. Eso es el derecho. O debería ser.
Eso que termina el de uno donde empieza el del otro, lo habrán escuchado, lo dicen los mismos que trazaron las fronteras de Colorado, pero en fin, ya es un algo... La fuerza no es ningún derecho ni ninguna razón en sí misma. Es en todo caso el fracaso de ambos. Del mismo modo que fracasaron ustedes en rechazar una petición poco razonable. Pero no se preocupen demasiado, es lo habitual.
Lo que sí que es mucho más preocupante es su gusto para las mujeres. Porque vamos a ver… -va borrando las diferentes palabras para escribir en su lugar una nueva- ¿alguien considera que está en condiciones de decirme qué es la belleza? ¿o lo que me va a dar es su opinión?
¿O va a ser un cierto poder, está por ver si autoridad, el que diga qué es bello y qué no lo es? ¿qué es arte o qué es basura? Si es o no literatura… ¿creen de verdad que la ciencia se salva de eso, por mucho método científico del que hagan gala? ¿que hay un belleza objetiva y científica?
Pues en cierta forma sí. Los físicos la reconocen en las fórmulas que describen la realidad. Hemos borrado a dios pero sigue estando aquí, y en todas partes. Señala un vacío en la pizarra.
Pero me temo señores que apenas estamos empezando a entenderla... que en la mayoría de casos va a ser el poder quien contamine nuestras razones y que… y que...¿Clara, no ha venido? -la chica mueve el brazo desde el fondo entre el desdén, la estupefacción y la resignación- Ah, ahí atrás… bien, bien, celebro que nos vayamos conociendo. Y que Clara, y gracias por soportar estoicamente mis impertinencias, no es la chica más guapa sino en una determinada opinión. Oigan, qué quieren que les diga, hay a gente que le excitan los muñones. No va por Clara, eh.
Tal vez la pregunta sea aún más perversa, más capciosa. O sencillamente sea un error de planteamiento, ¿hay un color más bonito que otro? ¿son más armoniosas las ondas de cierta frecuencia? ¿sí? ¿Con respecto a qué? Relatividad. Lo hacemos todo el tiempo, comparamos las cosas para definirlas, por contraste, empezando por el tiempo mismo, que pone en correlación dos distancias. Distancias, bien empíricas. Y relativas. El tiempo no es ni relativo, es sólo la forma que tenemos de interpretar la secuencia causal de eventos en el espacio.
Significa entonces que esa relatividad, esa indeterminación si lo quieren ustedes en versión cuántica, es la realidad última de la… ¿realidad?. Absolutamente no. Claro, relativo es el movimiento mientras vaguen ustedes por el infinito cosmos de su ignorancia. Y la realidad es una probabilidad resultado de azar, que es lo mismo que afirmar que se ignoran sus causas últimas.
No pierdan ustedes la fe, ni pasado, ni futuro, ni tiempo. Sólo hay un presente que inexorablemente se nos escapa. Sólo tenemos causalidad. El mundo no es del color del cristal con el que se mira. El mundo es el mundo y el cristal es el cristal, no son las palabras las únicas que nos traicionan, también nuestros sentidos, nuestra percepción. El problema… grave problema… es que es todo lo que tenemos para aproximarnos al mundo. Por eso vamos a tener que aprender a extraer de las mentiras el elixir de la verdad. O eso o al menos bálsamo de Fierabrás o a saber que mejunje.
El fracaso es la norma, acostúmbrense. Pero tampoco demasiado. ¿Quién se acuerda del flogisto? O de la bilis negra o amarilla… nos quedamos con el buen humor. La verdad se abre paso con la autoridad de la razón. Hacia el poder. Hacia la belleza. Hacia, lo saben ustedes, dios… Si las palabras fueran suficiente, ¿por qué nadie se habría tomado la molestia de descubrir la matemática?
A ver si se piensan ustedes que el teorema de Pitágoras lo inventó Pitágoras, muy al contrario lo que hizo fue identificar y enunciar una propiedad. Las palabras, no… ¿de verdad no han visto la película que mencionaba antes? "El concepto", dicen ahí.
Pero lo cierto es que hoy vivimos en un mundo de relatividad e indeterminación...y azar. Reconozcamos nuestra ignorancia allá donde se halle porque es una premisa indispensable para enmendarla. ¿Quieren ustedes aferrarse a las palabras? ¿A una nube de ideas difusas tan diversa como una opinión? Bien, echen un vistazo a la casa que han dibujado a sus lados, miren la suya. Copos de nieve, no hallaremos dos idénticas. Y que nadie se atreva a pensar que esas diferencias son fruto de azar o aleatoriedad alguna. Metan esos términos en el mismo cubo de la basura al que pertenece sus concepción del tiempo.
Y eso con un concepto sencillo, imagínense que les pido que dibujen… ¡a dios! Serían unas buenas risas, seguramente, pero… tal vez no fuera buena idea, bajo cierto pensamiento podría tomarse como una grave ofensa. Volvemos al derecho, hemos mencionado el humor. Y en la próxima clase podríamos hablar de uno de los grandes falsos dioses de nuestros días, la libertad. Les aviso ya, no cierren el cubo de la basura.
Pero el ejemplo que les planteo nos remite al problema mencionado, ¿han visto ustedes las infames fronteras del estado de Colorado? Hemos de dejar de pensar en binario. Sí o no, sí o no, sí o no. No. O a veces sí. Renegaba un filósofo del absurdo de que todo esté relacionado con todo. Y naturalmente es un absurdo si ustedes no entienden que lo que existen son grados de relación. Sí y no. Y no existe contradicción ninguna. Ninguna. De hecho es una consecuencia lógica imperativa, como todo lo que existe. Hasta lo que sólo existe en su imaginación, como el tiempo.
Pero el problema no es imaginar, nunca lo ha sido. El problema es confundirlo con la realidad. Y la realidad… ¿quién la conoce? Ése es el problema, luego, seamos prudentes. Y en cuanto a los derechos, seamos tolerantes. Porque en caso contrario lo que tendremos es una línea de fricción constante, una frontera artificial y artificiosa que no responde en absoluto a la realidad sobre la que actúa. La mitad de ese árbol ya es Kansas. Y supongo que con lo de “cansas” les estoy leyendo el pensamiento, así que no voy a marearles ahora con la cuantización y las fronteras geográficas, va a ser mejor dejarlo aquí.
Pero si el cerebro se parece a las tripas les sugiero que digieran lo dicho hasta aquí, si alguien tiene una duda incontinente sobre lo expuesto es el momento de plantearla. ¿No, ninguna? Pues ya lo tienen ustedes más claro que yo.
Tolerancia, señores, tolerancia, que es lo contrario a ser intolerante… también con los intolerantes. Los intolerantes al final se simplifican como un factor común en el numerador y el denominador, el que a hierro mata a hierro termina… y los mansos heredarán la tierra. O lo que quede de ella.
Yo me voy a la cafetería, les propongo que ejerzan su supuesta libertad, que abordaremos en la siguiente charla, y escojan si ver la película mencionada, para los que elijan no verla la clase ha terminado.
El resto entenderán mejor lo absurdo de ideas como buena suerte o mala suerte y la paradoja y el absurdo al que abocan las premisas erróneas, de hecho esa debería ser la definición de paradoja.
O por qué no podemos deshacernos de la relatividad de ciertas nociones sin un conocimiento completo. Y como bueno es lo que bien acaba… por más relativo que sea eso también... yo me voy a terminar la clase con un café, que tengan un buen día.
Un murmullo se eleva mientras el profesor se escabulle del aula:- No ha dicho el título, ¿no?