Lo más llamativo de la ermita de San Miguel de Gormaz son sus pinturas murales, que cubren la cabecera y algo más de media nave de la iglesia y que se fechan a comienzos del siglo XII, descubiertas durante unas excavaciones arqueológicas en la década de 1990 y consolidadas tras una importante labor multidisciplinar que ha hecho posible que hoy puedan exponerse al público.