Digamos que te gustan los videojuegos. Pero no de esa cosa de los indies, con píxeles estilo 80 y 90. Eres lo que llaman en el argot un graphic whore, un jugador obsesionado con la potencia gráfica, los frames por segundo y demás. Y quieres comprarte una nueva tarjeta gráfica ya que la tuya está ligeramente obsoleta y no puede correr, como desearías, el último juego que has pillado.