Qué nos dicen los verracos

Hablamos de la producción más emblemática que nos dejan los vettones: los verracos, esculturas zoomorfas realizadas en piedra, toros y suidos cuya dispersión (junto a la cerámica de peine inciso) establece los límites del territorio vettón coincidiendo a grosso modo con lo señalado por los clásicos. Estos verracos fueron tradicionalmente considerados esculturas de carácter mágico de protección de los ganados (Ca­bré, Caro Baroja, Maluquer), obras asociadas al mundo funerario (Hübner, Gómez Moreno), hitos de demarcación territorial… Ahora y sin excluir dichos postulados lo que no se duda es de su inspiración en la estatuaria animalística ibérica (leones y toros), de su datación a partir de la mitad del siglo IV a.C. y de su difusión a través del foco del valle del Amblés asociada a los oppi­da.

Creemos a los más antiguos, generalmente toros y de mayor tamaño, símbolos o estandartes de una clase superior ganadera de carácter tradicional y conservadora (acaso los auténticos “vettones” dentro del mundo vettón), que mediante dichos verracos marcaría la reserva de aquellas zonas de pasto frente a grupos agrícolas aldeanos (con presencia creciente desde fase “Soto”, pero sin superar nunca una posición secundaria en el control del territorio), como símbolos de autoridad y avisos de “veda agraria” en ciertos lugares restringidos. Es de señalar que los mismos se establecen en zonas de pastos de invierno, tierras susceptibles de ofrecer a su vez una productiva explotación agraria. Esta funcionalidad de los verracos quedaría estereotipada en tiempos posteriores, como indica su tendencia a la forma esquemática, su inclinación al suido en detrimento del toro, su presencia sobre nuevos soportes como fíbulas y téseras, su utilización como urna funeraria… sin excluir su carácter permanente de protección del ganado debido al prestigio acumulado desde antiguo por el “símbolo”.

Sobre la interpretación del etnónimo ‘vetto­nes’ como “antiguos” (o “verra­cos”, ahora veremos) entendemos que el mismo podría tratarse del nombre aplicado dentro del propio mundo vettón por las gentes agrícolas del llano a sus opuestos oppidani: grupos de estirpe guerre­ro-ganadera tradicional que pasarían a ser los pobladores de estos núcleos amurallados y en alto, los oppida. Aquellos agricultores aldeanos de horizonte “Soto” verían en estos “señores del territorio” un fuerte apego a sus tradiciones más remotas, y entre éstas su vinculación totémica al ganado, denominándolos así “antiguos o verracos”; y este reconocimiento sería adoptado a su vez por los mismos “vettones” como rasgo de prestigio y autoridad territorial.

En este sentido señalamos que se ha atribuido al etnó­nimo vettones un significante de “antiguos” inferido de su raíz indoeuropea ‘*wet-’ (latín vetus, lituano anti­guo vetusas...); propuesta a la que añadimos otra procedente de la misma raíz ‘*wet-’ que ofrece una interpretación alternativa de “ternero, puerco… verraco”, conforme vemos en las derivadas relativas a animales que presenta esta raíz en otras lenguas indoeuropeas: en el mismo latín vitulus es novillo y vite­la piel de vaca; en sánscrito vat­saká y en albanés vitsh significan ternero; en irlandés medieval puerco es feis; en gótico withrus es cordero; en islandés antiguo vedr y en alto alemán antiguo wi­dar aluden a carnero; en córnico y bretón antiguo guis designa cordero… Reforzaría este sentido de tótem animal el hecho de constar ya documentada en territorio de vettones cierta etnoni­mia con significado de “antiguo, viejo” ajena sin embargo a la raíz ‘*wet-’, como seani y senones, etnónimos procedentes de la raíz ‘*sen-’.

Por último indicar que los vettones asoman a la Historia en el 220 a. C. enfrentando a los cartagineses durante aquella expedición en la que Aníbal somete a asedio a las ciudades de Salmantica y Arbucala, núcleos situados en una zona en disputa permanente entre vettones y vacceos. Probablemente Aníbal pretendiera garantizarse algunas alianzas y entrenar de paso a sus tropas para la verdadera e inminente guerra que ya tenía prevista: la II Guerra Púnica contra Roma.