Pareja es techo deseable, compromiso es muro que afianza un edificio, pero la casa entera es irrelevante para el vínculo afectivo. La criatura emocional se nutre del momento combustible: ambos egoístas y ambos desprendidos, abusar de tu oferente y ofrecerte hasta el abuso. Poner tu casa en el deseo, en esa inundación que tomando un cauce de pareja alcanza indemne el deleitoso mar.
Eso es el deseo.
¿O era el insensato aquel que se cargó al minodauro?