Viuda, huérfana y doliente de hermanos varones fallecidos, heredó una inmensa fortuna, pues tanto su padre como su marido fueron personas muy ricas. Así, decidió utilizar aquella ingente cantidad de dinero e invertirla en algo duradero. Nada mejor que fundar una universidad, una biblioteca y una mezquita (pues también era musulmana), y que las tres instituciones funcionaran en el mismo lugar. Su reputación de excelencia llamó la atención de muchos pensadores de la época, el papa Silvestre II se formó en la universidad de Qarawiyyinn.