Los laboratorios acreditados por la Agencia Mundial Antidopaje se enfrentan a nuevos retos, como el del dopaje genético, que les obliga a detectar variantes genéticas introducidas en los atletas para ser los mejores. Y aún hay más triquiñuelas; por ejemplo, "con un microestimulador debajo del muslo, un deportista podría pasar del puesto 25 en una competición a conseguir un lugar en el podio", dice Jordi Porta, catedrático de Instituto Nacional de Educación Física de Cataluña (INEFC). El próximo objetivo del dopaje es el cerebro.