Pagar por la música, qué precio es el justo, cuanto cuesta montar esto para que me cobren lo otro, ser o no ser...Este tipo de cuestiones son difíciles de contestar porque conllevan una cultura, un espíritu o una actitud hacia la música en particular pero extrapolable a las artes en general. Que la cultura de los conciertos que existía cuando la indústria era dueña y señora de todo el feudo musical haya ido a a la baja hasta extremos inusuales no es culpa enteramente del usuario.
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