Al principio fueron miles. Mujeres de todas las condiciones llenaron las cárceles que el régimen franquista improvisó en antiguas prisiones, en conventos, en colegios, en orfanatos, en grandes caserones. Fueron encarceladas sin orden ni concierto, en un inmenso despliegue que visto desde fuera pareciera fruto de la improvisación.
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