Las estrellas se forman en el interior de densas nubes de gas y polvo que flotan por el espacio. A medida que las regiones más densas de estas nubes se empiezan a colapsar bajo su propia gravedad, su velocidad de rotación va aumentando por la conservación del momento angular. Por tanto, a medida que el gas se comprime para dar lugar a una estrella, ésta hereda la dirección de giro que seguía el material que componía su región de la nebulosa.
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