Los arqueólogos han desenterrado un oecus o salón columnado decorado con frescos de una calidad excepcional. Estas obras, pertenecientes al segundo estilo pompeyano, ofrecen un despliegue visual impresionante: una columnata pintada en trampantojo enmarca una escena de naturaleza muerta con caza y pesca. En los frescos gallinas, anátidas, perdices y un jabalí acompañan cestas de junco repletas de pescado azul, calamares y moluscos en concha, pintados sobre un fondo de paredes rojas que invitan a un rico banquete.
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