Viajar me gustaba, y ahora me gusta, pero sólo en teoría. Desde que volví a España, la pereza que me producen los aeropuertos y las concentraciones me supera, y sólo transijo por exigencia profesional. No es por el prurito antiturístico, porque todos somos turistas. Soy de Málaga, y sé cuánto dependemos de una costumbre que, aunque haya que regular y moderar, es una de las experiencias vitales más ricas para aprender y quitarse adherencias y prejuicios indeseables.
|
etiquetas: roma , turismo , masas