Nada más comenzar la primavera de 1963, unos canteros de Villena se hallaban trabajando en la zona conocida Cabecicos, a escasos 4 kilómetros al este del centro de la población, su cometido la extracción de yeso. A los pocos días llega al joyero del pueblo uno de dichos canteros, en sus manos dos extraños brazaletes de oro puro.
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