Pues sí, haberlos, haylos. Hablamos con varios comerciantes que se decidieron a inaugurar negocios en vías de extinción hace menos de un año y en un país abatido por la piratería y por la crisis. Valientes, románticos, profesionales que, a pesar de que les tildaran de locos, confían en que el trato con el cliente y su conocimiento de música o de cine les garantice un futuro. Estos son, de verdad, los últimos de Filipinas de la cultura en formato físico
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