Somos lo que somos por culpa de aquello que nos ha alimentado desde pequeños. A Juan Sánchez Porta, la infancia se le pasó en «casas en las que no falta el cuadro con ciervo, paredes con gotelé, fotos de familiares en diferentes celebraciones cristianas y tapetes, muchos tapetes; donde los hombres van al bar y las mujeres a la peluquería».
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