A lo largo de la geografía española encontramos pocos ejemplos tan antagónicos como lo son Cataluña y Murcia en lo que a su idiosincrasia se refiere. A menudo Murcia es citada en discursos políticos, Madrid mediante, como el antónimo a la Cataluña nacionalista. Sin embargo, como si de una aldea de irreductibles galos se tratase, existió durante varios años una isla favorable a los intereses catalanes en el mar de oposición murciano.
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