Tener solvencia económica no es ser feliz, pero sí que abona el terreno para, al menos, poder tomar decisiones libres y tener una vida más plena. Aunque cuidado con esto: tener llenos los bolsillos solo aumenta tu bienestar hasta un punto. Según una investigación de la Universidad de Purdue (EE.UU.), hay un momento en el que el dinero deja de hacerte feliz, y esa cantidad varía en todo el mundo.
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