Según la definición al uso Francisco Contreras Molina o Paco (Elche, 1985) es un millenial, pero nada habría más estúpido que meter a Niño de Elche en una etiqueta pseudosociológica. La complejidad que presenta este flamenco requiere pico y pala, porque hay que ponerse minero por la parte más jonda de su arte, pero hay que ponerse también gafapasta para abordar su lado experimental.
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