En 1915, un equipo de arqueólogos estadounidenses que excavaban la antigua necrópolis egipcia de Deir el Bersha se toparon con una tumba oculta. En la compacta cámara los recibió una imagen espantosa: la cabeza cercenada de una momia sobre un ataúd de cedro.La habitació, fue el lugar de descanso de los restos de un gobernador llamado Djehutynakht (se pronuncia [yu-ju-tu-nokt]) y su esposa. En algún momento de la siesta de cuatro mil años de la pareja, unos saqueadores de tumbas entraron a su cámara funeraria y se llevaron oro y joyas.
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