En 1988 se hallaron, en el núcleo del cometa Halley, unas cavidades circulares y profundas similares a pozos naturales. El origen de estas estructuras se ha discutido durante décadas. Ahora, las observaciones del cometa 67P Churyumov-Gerasimenko por la cámara OSIRIS de la misión Rosetta (ESA) han permitido detectar actividad en los pozos cometarios por primera vez y establecer el mecanismo que los produce, ahondando en el conocimiento de la formación del Sistema Solar.
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