Hubo un tiempo en que una buena parte del ejército español era lo que ahora solemos llamar «de izquierdas». Nada más regresar a España Fernando VII se ve claro que el rey no tiene ninguna intención de abandonar el absolutismo. Los liberales que quedan en el país empiezan a conspirar y se suceden una serie de pronunciamientos dirigidos por militares o antiguos combatientes con gran prestigio (como Espoz y Mina). Tenemos casi un pronunciamiento por año, todos con el mismo resultado: fracaso rotundo.
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