Maruxa y Coralia forman parte del recuerdo vivo de Santiago de Compostela. Fueron sin duda dos supervivientes de la represión franquista posterior a la Guerra Civil, que tuvieron el coraje de ridiculizar a la sociedad del momento a partir de su propia supuesta locura. En un tiempo en el que todo era gris ellas se atrevían a vestirse de colores excesivos, a salir solas y pintadas a la calle, a flirtear con los estudiantes, a dejarse ver. Fueron el color de la ciudad y ahora han cambiado sus colores. Estos son los nuevos.
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