El alumnado ha perdido con los años capacidad de abstracción y calma educativa (entiéndase como calma, la posibilidad de aburrirse en el aula). El alumnado está sobreexcitado debido al uso habitual de dispositivos tecnológicos. No hace falta que los estudios lo ratifiquen (¡que lo hacen!). Está clarísimo. Son incapaces, al igual que seguramente lo sería yo, de tener una escucha activa. El alumnado de tercero de ESO no es capaz de entender la programación. Ni que les pongamos los simuladores más molones que queramos.
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