Estamos empezando a dar por sentado que los humanos acabarán estableciendo bulliciosas colonias sobre la superficie de Marte. Lo que muchos no perciben son los desafíos monumentales —si no imposibles— que aguardan a los colonos que deseen vivir permanentemente allí. A menos que adaptemos radicalmente nuestros cerebros y nuestros cuerpos al duro entorno marciano, el planeta rojo permanecerá para siempre fuera de nuestro alcance.
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