A finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, si uno acudía a Nueva York o Londres y miraba hacia arriba, además de algún rascacielos podía encontrarse a bebés colgando, suspendidos en el aire en una jaula. Estaban tomando el sol. Literalmente fue así, o casi. La historia comenzó hacia 1885, momento en que el doctor Luther Emmett Holt escribió sobre la importancia de la “ventilación” para los bebés.
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