¿Y qué dijo entonces el camarada Isidoro sobre semejante ataque a la democracia? ¿Acaso montó en cólera por el ametrallamiento impune de civiles que ejercían su derecho a manifestarse? Pues no. Dos días después del Caracazo, solos dos días después, cuando todavía los muertos estaban frescos, llamó a su colega Carlos Andrés Pérez y le ofreció un préstamo inmediato de 600 millones de dólares, según el diario El País de 2 de marzo de 1989, “para ayudarle en estos críticos momentos”. Nada de sanciones.
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