En primer lugar, hablar de pacientes que "luchan por sus vidas" implica el riesgo de que los que sobreviven luchen tanto que lo logran, mientras que los que no sobreviven pierden la batalla porque su espíritu de lucha no es lo suficientemente fuerte. El mismo problema se refiere al uso del lenguaje de la guerra para describir a los pacientes de cáncer como "combatientes". Mientras pasaba por los agotadores tratamientos de cáncer de mama el año pasado, me sorprendió la frecuencia con la que me elogiaron por luchar tan duro.
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