Como todos saben, los niños son verdaderos salvajes: criaturas capaces de desearlo todo pero también de jugar y divertirse con casi nada. Así definió a la niñez ese adorable misántropo que fue Ambrose Bierce, en El diccionario del diablo (The Devil’s Dictionaire). Período de la vida humana intermedio entre la idiotez de la primera infancia y la locura de la juventud, a dos pasos del pecado de la adultez, y a tres del remordimiento de la ancianidad.
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