La vida de un payaso no es una fiesta. Ser payaso no es fácil. Es preciso contar con ingenio, gracia y valor. Hay riesgos. Uno es no hacer reír y acabar dando pena. Puede que un actor dramático no sea creíble, pero el público lo pasará por alto si la trama tiene brío. El payaso no puede escabullirse: provocará la carcajada o fracasará. Cuando el payaso hace reír puede perder la credibilidad. Por supuesto, esto importa poco al payaso o no lo sería. La credibilidad es un concepto para mentes pequeñas.
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