Pero es que lo de Ponferrada resulta atroz incluso para una ideología tan sanguinaria como la franquista, pues allí los falangistas, embriagados de odio y protegidos por la cobarde inmunidad, asesinaron a sangre fría a una mujer embarazada y a su hijo de apenas tres años, cuyos únicos delitos habían sido estar emparentados con el sindicalista Isaac Cabo. Su hijo corrió peor suerte si cabía, pues ignorando su llanto desconsolado, los falangistas lo lanzaron por los aires disputándose divertidos entre ellos el dar diana en el cuerpo del pequeño.
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