Que nos traten mal, duele. Sin paliativos. Nos sentimos humillados, rechazados o incluso atacados. Por eso nuestra primera reacción suele ser ponernos a la defensiva y devolver el golpe. Sin embargo, devolver insulto por insulto o indiferencia por indiferencia no resolverá el problema. Al contrario, solo servirá para generar más frustración y caer en una espiral descendente de desprecio. Por eso, si nos tratan mal, debemos intentar no reaccionar igual de mal.
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