La filoxera fue una plaga que afectó a los viñedos de Francia en 1863. Como en este país no tenían vino para consumir, los galos compraron botellas de sus vecinos. La proximidad de Cataluña hizo que ellos fueran socio preferente: durante 15 años el aumento de mercado hizo que la producción de vino fuese en paralelo, creando nuevas infraestructuras en el territorio. Los propietarios de los viñedos catalanes ganaron mucho dinero e invirtieron en inmuebles que serían el germen del modernismo catalán desde la década de 1880.
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