Los colegios de todo el país se han dado prisa en dotar a sus aulas de ordenadores pero, en el epicentro de la economía tecnológica, encontramos el punto de vista contrario: ordenadores y escuela no casan. Estamos en el Colegio Waldorf de la Península, centros que suscriben una filosofía de enseñanza centrada en la actividad física y el aprendizaje a través de actividades creativas y prácticas. Los que apoyan este enfoque dicen que los ordenadores inhiben el pensamiento creativo, el movimiento, la interacción humana y que distraen.
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