Los grandes puntos neurálgicos del comercio de esclavos en la metrópolis española fueron los puertos de Barcelona y Cádiz. El de la ciudad andaluza fue “el último gran puerto negrero de Europa”, según detalla Rodrigo, del que todavía salieron algunas embarcaciones para expediciones de comercio de esclavos, y por ello atrajo a hombres de negocios de toda España y de las colonias.
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