Quienes creyeron que después de esta terrible tragedia ambiental (y que por suerte se saldó sin víctimas humanas) las cosas iban a cambiar estaban equivocados. Porque la auténtica tragedia de nuestro más importante espacio natural europeo se sufre en su subsuelo; en esos miles de pozos ilegales que siguen secando con avaricia inconsciente su acuífero ante la pasividad de las autoridades. Doñana se desangra, un destrozo que se ve en esas lagunas totalmente secas y muertas, pero ningún responsable parece sentir ni padecer. El hoy sigue
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