La obsolecencia programada es una práctica en la que perdemos todos, o casi. Tras ese casi, la industria, la única que gana. En el todos, desde el consumidor de a pie, hasta los habitantes de países ricos en recursos como el cobalto, necesario para las baterías de la mayoría de los móviles, pasando por las pymes, el medio ambiente, etc. Frente a ella, la Alargascencia, un directorio con más de 1.400 establecimientos en los que el “reducir, reutilizar y reciclar” es la máxima.
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